Borracho y mentiroso
No, no es el título de un bolero.
imagen tomada de http://www.lomascurioso.net/2010/09/insolito-gana-concurso-como-el-mas.html
Tras varias semanas de flojera para escribir acá he decidido cambiar de estrategia. Ya no voy a partir temas en varias publicaciones sino que voy a hacer solamente una publicación (por tema) que iré actualizando y terminando después. Con esto espero publicar más y más seguido.
Indios salvajes
El pretexto para iniciar este post, y con ello la reanudación de mi actividad blogueril, ha sido una triste noticia que leí hace ya varias semanas. En resumen, habla de un hombré que en un distrito huanuqueño (aparentemente rural) falleció debido a una intoxicación alcohólica. Hasta ahí todo parece dentro de la normalidad nacional, otro huevón que muere porque se fue de boca con el (m)etanol.
Pero no, la historia tiene mucho más carnecita detrás. Este peruano, de acuerdo a la misma fuente, se zampó TRECE vasos de una bebida aguardientosa en el contexto de una competencia de resistencia alcohólica, un torneo para determinar al bebedor más poderoso y maratonista de la localidad, al Zeus de los beodos. La situación parece ahora cobrar un aire de sutil estupidez: propone una victoria que se obtiene a costa de una pérdida harto más significativa.
Agárrense que hay más: esta pugna tóxica fue organizada por la MUNICIPALIDAD DISTRITAL. Sí, gente, la "autoridad" organizó y auspició esta actividad y con ello facilitó la puesta en riesgo de la salud y la vida de los pobladores. Estado de bienestar mis bolas, bien común por los suelos y salud pública en primer lugar en la antiagenda municipal.
A esto quiero agregar algo que no había notado hasta que lo leí en el blog de un amigo, y que bien puede ser la cereza que confirma lo insensible e inhumano de este episodio. El premio de 150 nuevos soles prometido al vencedor es evidentemente un incentivo poderoso para una persona que vive en un caserío promedio de la sierra central. No es complicado pensar en miles de maneras diferentes en las que el alcalde ha podido entregar ese dinero sin envenenar al beneficiario
Este es el tipo de noticias del que muchos testarudos se agarran para atribuir salvajismo e incapacidad de "civilización" a poblaciones rurales, indígenas, serranas, amazónicas o de costumbres poco comunes en el mainstream cultural. Es una clase de evento que suele horrorizar a estrechos mentales (sí, a ti te hablo, Ugarteche de Correo) y cuya difusión pública ayuda al desprestigio de las culturas menos occidentales que abundan -para bien- en el territorio peruano. Afortunadamente no hace falta más que prestar un poco de atención a nuestro entorno más cercano y apreciar las relaciones insanas que establecemos con el alcohol y otras sustancias comúnmente usadas para alterar la consciencia. Asimismo, nos podemos percatar de lo fácil que nos la llevamos cuando apelamos a una normatividad para justificar nuestras decisiones; después de todo, lo ocurrido en Huánuco bien podría ser legal (no conozco las leyes al respecto con detalle), fue aparentemente un acto totalmente consensuado y la torrencial presencia de alcohol de diversos calibres en la sierra del Perú es MUY COMÚN.
El Kumité de los secos
Hace muchos años (88, 89?) vi por primera -y no única- vez una película de mechas que llevó muchos nombres: Bloodsport (el título original en inglés) y Retroceder Nunca Rendirse Jamás 3 (el título chantado para su popularización en el mercado nacional) principalmente, aunque años después con unos amigos empezamos a referirnos al susodicho film como Kumite. La trama era simple, un torneo ilegal y clandestino de múltiples artes marciales llamado Kumite en el que solamente uno (el vencedor final) queda en pie, si es andamos optimistas, claro; una sucesión de sacadas de mierda a puño limpio en la que el perdedor de cada encuentro solía terminar con múltiples lesiones y/o en un estado de inconsciencia altamente estable. Van Damme la protagonizó y logró lo que suele lograr, a punta de rigor, astucia y una buena dosis de sadismo logró vencer en la final al un patético némesis (ni con trampa pudo hacerla).
Inspirados por ese despliegue de escaso amor por la seguridad personal, a inicios de la década pasada un amigo y yo planeamos organizar una competencia similar, uno contra uno, macho contra más macho, hasta quemar el último cartucho. Claro que cambiamos la resistencia de la jeta a los golpes por la resistencia del cerebro al alcohol. El evento sería llamado El Kumite de los Secos y la idea central era ser capaz de tomar más que los contendores para ser el ganador, es decir, malas noticias para nuestros hígados.
Al final la flojera por organizar algo (lo que sea) pesó más que el ímpetu juguetonamente autodestructivo y este evento nunca salió del mundo de las ideas. Eso no quita el que hayamos tenido en mente, en discusiones casuales, en la sobremesa, a esta rara forma de deporte de aventura en la que ahora me cuesta hallar el placer. Chupar es rico, claro que sí, pero hacerlo de esa manera y, sobre todo, las obvias consecuencias al día siguientes, no lo son en absoluto. La estupidez estuvo en nuestra cancha también pues, ahora los huanuqueños de la noticia se me hacen algo menos huevones, yo soy un huevón también, por supuesto, y no tengo la excusa de haber tenido un incentivo económico. El jugar a la ruleta rusa con alcohol parece ser uno de esos universales transculturales además y esta -otra- noticia triste que llega desde Mozambique parece confirmarlo.
Sin embargo, no te libras mamarracho de alcalde, existe una gran diferencia entre mi estupidez y la tuya, y es que yo no he usado fondos públicos para financiar mis coqueteos con el coma etílico. Parece un detalle pero para mí marca la diferencia entre una situación privada que bien puede ser moral y lógicamente reprochable y una situación en la que el dinero que supuestamente está destinado a mejorar las condiciones de vida de la comunidad es utilizado para hacer un circo de la decadencia alcohólica. Si no puedes dar servicios básicos a todos pues emborráchalos y hazlos reir, no?
No sé qué fue de ese alcalde pero puedo imaginarme consecuencias risibles en comparación al daño que ha hecho y pronta amnesia popular. Nuevamente tentado a pensar que es cosa de gente poco civilizada esto de sumergirse en los excesos del trago, en dejarse llevar sin medir consecuencia. MAY! El alcohol goza de un lugar privilegiado en la antojadiza forma que tenemos de separar qué drogas están "ok" y cuáles no; los criterios son caprichosos, utilizan argumentos falaces, apelan a voces de dudosa autoridad y CONFUDEN. Eso, creo, se traduce en las pocas herramientas que tiene el ciudadano común para evaluar de manera realista las ventajas (porque claro que las hay, el placer inmediato por ejemplo :D) y costos de ingerir una u otra sustancia psicoactiva, y, muy importante, en qué dosis es aún bueno y divertido hacerlo.
La titular y la decadencia de Allison
One drink to rule them all